- (...)
- no hay nadie, no eres nadie,
- un montón de ceniza y una escoba,
- un cuchillo mellado y un plumero,
- un pellejo colgado de unos huesos,
- un racimo ya seco, un hoyo negro
- y en el fondo del hoyo los dos ojos
- de una niña ahogada hace mil años,
- miradas enterradas en un pozo,
- miradas que nos ven desde el principio,
- mirada niña de la madre vieja
- que ve en el hijo grande un padre joven,
- mirada madre de la niña sola
- que ve en el padre grande un hijo niño,
- miradas que nos miran desde el fondo
- de la vida y son trampas de la muerte
- ¿o es al revés: caer en esos ojos
- es volver a la vida verdadera?,
- ¡caer, volver, soñarme y que me sueñen
- otros ojos futuros, otra vida,
- otras nubes, morirme de otra muerte!
- (...)
- ¿la vida, cuándo fue de veras nuestra?,
- ¿cuando somos de veras lo que somos?,
- bien mirado no somos, nunca somos
- a solas sino vértigo y vacío,
- muecas en el espejo, horror y vómito,
- nunca la vida es nuestra, es de los otros,
- la vida no es de nadie, ¿todos somos
- la vida? pan de sol para los otros,
- ¿los otros todos que nosotros somos?,
- soy otro cuando soy, los actos míos
- son más míos si son también de todos,
- para que pueda ser he de ser otro,
- salir de mí, buscarme entre los otros,
- los otros que no son si yo no existo,
- los otros que me dan plena existencia,
- no soy, no hay yo, siempre somos nosotros,
- la vida es otra, siempre allá, más lejos,
- fuera de ti, de mí, siempre horizonte,
- vida que nos desvive y enajena,
- que nos inventa un rostro y lo desgasta,
- (...)
- Octavio Paz