La mayoría de los que utilizan esta palabra se sentirían muy incómodos para justificarla, porque hoy día que se ha vuelto una moda, no hay dificultad en declarar que un músico o que un pintor es existencialista. Un articulista de Clartés firma El existencialista; y en el fondo, la palabra ha tomado hoy tal amplitud y tal extensión que ya no significa absolutamente nada. Parece que, a falta de una doctrina de vanguardia análoga al superrealismo, la gente ávida de escándalo y de movimiento se dirige a esta filosofía, que, por otra parte, no les puede aportar nada en este dominio; en realidad, es la doctrina menos escandalosa, la más austera; está destinada estrictamente a los técnicos y filósofos. Sin embargo, se puede definir fácilmente. Lo que complica las cosas es que hay dos especies de existencialistas: los primeros, que son cristianos, entre los cuales yo colocaría a Jaspers y a Gabriel Marcel, de confesión católica; y, por otra parte, los existencialistas ateos, entre los cuales hay que colocar a Heidegger, y también a los existencialistas franceses y a mí mismo. Lo que tienen en común es simplemente que consideran que la existencia precede a la esencia, o, si se prefiere, que hay que partir de la subjetividad.
J.P. Sartre
Pienso en ti
Los amante se piensan. Cada uno
piensa que piensa más en su pareja
que su pareja en él. Están centrados
en su oficio pensante y no perciben
los hilos invisibles con que el miedo
va enredando sus mutuas reflexiones
y matando su amor. Sólo el olvido
podría rescatarlos de la duda,
pero no están dispuestos a olvidarse.
Luis Alberto de Cuenca.
piensa que piensa más en su pareja
que su pareja en él. Están centrados
en su oficio pensante y no perciben
los hilos invisibles con que el miedo
va enredando sus mutuas reflexiones
y matando su amor. Sólo el olvido
podría rescatarlos de la duda,
pero no están dispuestos a olvidarse.
Luis Alberto de Cuenca.
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