¿El cuerpo? Inmundicia, fugacidad en el devenir, cadáver ornamentado. ¿A sus necesidades cotidianas? Nula satisfacción, reparación imprescindible: régimen de vida orgánica bajo mínimos. ¿El alma? Esa sí, destello de luz, fulgor en la forma, brillo en la eternidad...
P.Salabert.