La náusea
Ellos hablan en voz baja. Les han servido entremeses, pero no los tocan. Parando la oreja puedo pescar partes de la conversación. Entiendo mejor lo que dice la mujer con su voz rica y velada.
- No, Jean, no.
- ¿Por qué no? - murmura el joven con apasionada vivacidad.
- Ya se lo he dicho.
- Esa no es una razón.
Se me escapan unas palabras; después la mujer hace un gesto encantador de cansancio:
- He probado demasiadas veces. Ya pasé la edad en que se puede empezar a vivir de nuevo. Soy vieja, ¿sabe?
El joven se ríe con ironía. Ella prosigue:
- No podría soportar una… decepción.
- Hay que tener confianza -dice el joven-; así como está, en este momento, usted no vive.
Ella suspira:
- ¡Lo sé!
Jean-Paul Sartre
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